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Desde que nacemos se nos enseña a
comparar para valorar las cosas .
Como individuos no se nos muestra algo
fundamental que es el hecho de que somos únicos e irrepetibles. Y en realidad como
tales, deberíamos buscar en nosotros mismos nuestras verdaderas potencialidades
y deseos mas profundos, los mas originales, los menos contaminados de mensajes
sobre lo que es mejor o peor para nosotros, según fuentes externas por las
cuales estamos invadidos permanentemente a través de todos los medios. Una vez
localizados esos deseos y potencialidades habría que dedicarse a desarrollarlos
al máximo con respecto a nosotros mismos. Pero el solo hecho de localizarlos no
es tarea fácil, por venir desde la cuna ya tan condicionados, por ejemplo y entre
otras cosas, a desarrollar la competencia entre nosotros.
¿Competencia para llegar a donde? Todos nos
vamos a morir esa es la única verdadera certeza de la vida, nos guste o no. Y
en el apuro por tener mas cosas,, por acumular mas méritos, por tener la mejor relación,
o lo que sea, vamos a llegar quizás a nuestro último día viendo que no disfrutamos
de simplemente estar, vivir , ser auténtico, tener paz, amar y ser amado y
sobre todo obtener la libertad interior, para también poder brindarla; libertad
que justamente se adquiere a duras penas el día que nos liberamos aunque sea
parcialmente de este sistema que nos hace creer que para ser mejores tenemos
que tener ”éxito” lo cual implica , tener muchos títulos , mucho dinero, muchas
cosas materiales, mucho estatus , mucha empresa. Ser un efectivo bulón del
engranaje. Nada de esto perdura ,
nada de esto es lo importante. No caigamos en la trampa del consumo feroz que
nos hace perder nuestra verdadera esencia.
Estamos aquí, creo yo, para intentar darnos cuenta de quienes somos en nuestro mas profundo
y dormido ser. Para aprender a liberarnos de las pautas sociales impuestas y entender
entre muchas cosas , que la competencia y la comparación con lo externo, son
cosas que no solo no sirven sino que generan mas desamor, desencuentro, frustración y todo esto basado en una
irrealidad. Estamos para aprender a comprender al otro, a comprender el sufrimiento, a sensibilizarnos , a amar , a respetar
, a crear de forma consciente, a valorar, a disfrutar, a ser.
La competencia entre unos y otros siento que es
gran parte de la base del descontento mundial. Todo esta armado para que
pienses que de alguna manera tienes que llegar a ser “el mejor”. El mejor no
existe. Es algo que no es alcanzable a menos que lo busques en ti mismo. Nos
han impuesto ese tipo de concepto como falsa zanahoria delante de nuestras
narices, para que salgamos corriendo detrás de ello , sin detenernos a sentir, a
cuestionar profundamente, sin
pensar.
Se nos anula el discernimiento desde chicos
cuando se nos programa en la escuela a repetir como loros todo lo que se nos
”enseña” y a tomarlo como verdades, no se nos enseña a pensar, a cuestionar, a
crear, a investigar, se nos enseña a depender del pensamiento de otro para
discernir, se nos enseña a acatar ordenes y mandatos, a agachar la cabeza y a integrarnos
al sistema, se nos anula cualquier tipo de rebeldía creativa porque hay que
encajar , no está permitido destacar a no ser que sea de la manera que esta
bien visto hacerlo que es ser “ popular o exitoso”. Y si no cumplís, con estos
moldes, eres el raro, quedas alienado, no existís simplemente porque no
integras o no formas parte de manada.
Entonces se nos da un número de identificación.
La sociedad te convierte en un número que aporta y que suma al negocio mundial
de manipular las mentes en masa para que cada día se anulen mas, para que cada día
se programen mas con la televisión y todas los productos que el mercado
promociona como fuentes de felicidad. Y ahí va la masa de gente a comprar así
tenga que ser con la tarjeta de crédito al rojo vivo. Vamos al shoping, habiendo
días maravillosos de sol radiante, porque esto aparentemente llena rápido el
vacío interior, me distrae de la incertidumbre que significa vivir , me distrae
de tener que enfrentarme conmigo mismo. ¡Que incómodo!
No estoy feliz ni con el mercado , ni con la cuestión
empresarial , ni con la competencia, ni con la política , ni con las
estructuras de poder corruptas que se mueven desde la codicia y la hipocresía,
o desde la falta total de conciencia. Las cosas materiales están, existen y
generan comodidades que por algo son, las cosas bellas o confortables son
buenas, el dinero es útil para manejarse en este mundo, los “triunfos” son
agradables pero no nos definen como seres humanos. Ni los llamados éxitos ni
los llamados fracasos en cualquier
campo o actividad nos definen como seres.
La competencia no sirve , salvo que sea
deportiva y tomada como algo lúdico , con la total consciencia de que no
determina valores reales, encarada de otra manera, puede tener su lugar, pero
no la competencia como se la vive y se la conoce.
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